sábado, 19 de febrero de 2011

Recuerdos que atormentan



Pensar en una de esas tantas personas a las que, por una u otra razón, todos hemos perdido. Personas queridas que, en un abrir y cerrar de ojos, desaparecen ante nosotros; llevándose con ellas infinitos momentos, miradas, sonrisas, lágrimas...

Pero a pesar de haber dejado un enorme e insustituible vacío en nuestro interior, hay algo que no se pueden llevar, algo que indiscutiblemente nos impregna, haciéndonos revivir todos y cada uno de esos momentos; los recuerdos. 

Sí, recuerdos... Esos dichosos pensamientos que nos torturan inconscientemente. Puede que para muchos los recuerdos sean un medio para mantener viva esa figura ahora causante de dolor, pero para mí no son más que espinas que se clavan, aún a pesar del transcurso del tiempo. ¿El tiempo todo lo cura? No lo creo... ayuda, calma; pero nunca cura. Nunca el tiempo curará el dolor provocado por el abandono inesperado de alguien tan amado, nunca. Más difícil es cuando esos dichosos recuerdos son tan buenos que se graban en tu ser haciéndote querer retroceder en el tiempo y pulsar "pause", como si de una cinta de vídeo se tratase.

Playas, patinetes, calcetines rotos, campos de arena, cajas de cartón, tablas de corcho, natillas de chocolate, vestidos de flores y un sinfín de sonrisas... ¿cómo no puede ser doloroso recordar todo eso?

Lo más triste de todo es que, muy a mi pesar, sé que por muchos años que transcurran, mis ojos seguirán empañándose cada vez que vuelvo a esos momentos...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Renovarse o Morir

En lo que se refiere a las relaciones de pareja, hay muchas clases de personas. Desde aquéllas que no saben pronunciar la palabra “amor”, hasta aquéllas otras que rechazan la soledad como compañera de cama.

La mayor parte de las conversaciones que mantenemos a lo largo de nuestra vida giran en torno a las relaciones personales; al estudio del género opuesto, a buscar los puntos débiles del enemigo. Ya sea tomando una copa, en plena clase, con el auricular pegado a la oreja, por Internet, en el supermercado… En todas partes pensamos, le damos vueltas a cosas sumamente ingenuas, tales como: “¿por qué no me ha llamado?”, “no ha contestado a mis perdidas”, “seguramente hay otra persona”…

Si bien, es mucho más fácil de lo que a primera vista parece. Simplemente, mujeres y hombres somos diferentes. Pues, mientras nosotras pensamos en un cuento de hadas, ellos nos imaginan desnudas; mientras que cuando son ellos los que te dejan por otra, somos nosotras las que ansiamos volver. Dudo que exista algún chico lo suficientemente coherente como para caer en la cuenta de que con pequeños detalles ganarían gran parte de la jugada. Somos chicas, no es tan difícil. ¿Acaso es tan complicado ser detallista? Son esas insignificantes puntillitas las que terminan por enamorarnos. Pero claro, si difícil es que sean detallistas, aún más será que mantengan la chispa. En fin, este es otro tema que no nos cabe ahora.

A lo que quiero referirme es que, independientemente de ser hombre o mujer, hay ciertas personas que no soportan el hecho de estar solteras. Así, para ellas no cabe el ir al cine con amigos o ir de compras solas; siempre tienen que estar acompañadas de la mascotita, el novio/a. Cosa muy distinta es que hayas encontrado a alguien con quien verdaderamente merezca la pena compartir tu vida, pero no es esto lo que ocurre con los que yo llamo “dependentistas sentimentales”. Se trata de una especie un tanto peculiar. Personas que, aún viendo la realidad de frente y sabiendo que no están enamoradas, tienen que seguir con su pareja. Sinceramente, no lo llegaré a entender nunca.

He llegado a la conclusión de que lo mismo ocurre cuando alguien se acostumbra a algo, como por ejemplo a llevar unos jeans. Puede que estén destrozados, o incluso que no los soporte; pero en el momento en que se desprende de ellos, los echa en falta.
Tira esos vaqueros, ponte unos nuevos pantalones. Te sentirás algo extraño al principio, pero con el tiempo mirarás atrás y te darás a ti mismo las gracias por haber cambiado.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Camino a la Felicidad

Siempre intentamos alcanzarla. Identificamos la vida como una cuesta empinada con una cumbre que alberga lo más ansiado, la felicidad. Sin embargo, no caemos en la cuenta de que quizás sea esa cuesta la respuesta. Es decir, muchos trabajan duro para llegar a ser felices, y otros, en cambio, simplemente esperan a serlo; pero no nos percatamos de que es en ese proceso cuando se nos presentan las oportunidades para conseguir lo que más ansiamos en esta vida.

Esperar a empezar la universidad, esperar a trabajar e independizarte, esperar a encontrar una persona adecuada, esperar a formalizar una relación y formar una familia, o incluso esperar a jubilarte y vivir en paz… Esperar. Siempre es esperar. ¿Por qué? Es que, ¿no somos felices mientras tanto?

Día a día aparecen trenes ante nuestras narices. Puertas que se abren y que sólo lo hacen una vez. Tienes que exprimir hasta el mínimo instante que tengas, montarte en todos los trenes y recorrer todas y cada una de esas puertas que se abren ante ti, son ellas las que te conducirán a la felicidad. No es necesario esperar ni pensar demasiado, sino sólo actuar.

Bebe, baila, aprende, come, escucha, opina, razona; vive…pero sobre todo, sonríe. Nunca dejes de hacerlo, ni siquiera cuando quieras desaparecer. Porque un insignificante gesto puede hacer que respires de nuevo. Abre esa ventana y deja que el aire te golpeé en la cara, ponte unas zapatillas y pisa con fuerza al salir. Pues,  sólo tú puedes hacer que seas verdaderamente feliz.

martes, 16 de noviembre de 2010

La Inminente Llegada de la Realidad

     Pensar en un futuro no muy lejano, hacer planes...
Inconscientemente, estructuramos nuestros sueños como si por ello fuesen a convertirse en realidad. No pintamos de tonos grises nuestro lienzo de esperanzas. Si bien, demasiado color puede terminar por desvanecerse en un suspiro.

     Cuando parece que todo está en calma, que remontamos de tiempos no tan buenos; cuando se nos dibuja esa sonrisa en la cara y los ojos nos brillan con fuerza, llega la inesperada amargura. Los planes que no mucho antes hacíamos se derrumban cual castillos de arena. La realidad llama a nuestra puerta, entrando en nosotros sin pedir permiso. Es entonces cuando la paleta de colores se vuelve gris, nublada... Cuando lo que una vez fue brillo, ahora son lagrimas resbalando por nuestro rostro.


     La idealización del futuro, pienso, no es lo más acertado; desilusión y fracaso suelen ir de la mano de una realidad, una amarga, muy amarga realidad. Esto no ocurriría si dejamos de planear, de pensar en un mañana.Una vez vivamos el presente, el futuro llegará.

     El destino, ese fiel y tan temido amigo, siempre nos acompaña allá donde vayamos. Puede que no lo veamos, o incluso que no lo sintamos, pero todo está en sus manos. No quiero con esto decir que no podamos actuar, es más, debemos actuar, y lo haremos. Asimismo, como alguien una vez dijo, no debemos olvidar ese constante funcionamiento del universo, asegurándose de que estés exactamente donde debes estar, exactamente cuando debes estar ahí. En el lugar adecuado, en el momento adecuado.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Elvis Presley. Una Leyenda Inmortal.

"Por haber surgido de circunstancias humildes y haber lanzado con su imponente voz y con su carismática presencia en los escenarios, lo que fue la revolución rockabilly, Elvis es, indiscutiblemente, el Rey del Rock and Roll". Así lo cita el Rock and Roll of Fame and Museum; y es que decir que ese pequeño y pobre, pero a la vez grande y rico, marcó un antes y un después en la historia de la música, es una obviedad indiscutible. 

El frenesí se apoderaba de una multitud de jovencitas cuando aquel micrófono comenzaba a vibrar; unos focos iluminaban ese golpe de cadera que, irremediablemente, se arrancaba de la mano de una guitarra country; sus pies se deslizaban por un escenario cubierto de estilo propio, estilo que ya muchos después imitarían, pero sin llegar a rozar su máximo esplendor.

Sólo un fuerte afán de superación sacó a relucir ese diamante que, enterrado en Misisipi, nadie antes había descubierto. Diamante que, a pesar de haber vendido mil millones de discos, nunca renegó de sus orígenes, siempre humilde y al mismo tiempo grande; como grandes fueron las declaraciones que de él hicieron otras estrellas. Ya Bob Dylan lo dijo: "Cuando oí la voz de Elvis por primera vez, supe que no iba a trabajar para nadie y que nadie me iba a dar órdenes. Oírlo por primera vez fue como escaparme de la cárcel". Si bien, ningún otro pudo expresarlo mejor que el mismísimo John Lennon: "Antes que Elvis no había nada".


Y es que es difícil llegar donde Elvis Presley llegó. Es difícil escalar por una montaña impregnada de piedras, pisar la cima y mantenerse arriba incluso después de morir.
Es joven y viejo; es delgado e hinchado; es negro y blanco; es country y soul; es sobrio y adicto; es espiritual y pecador. Es de Tupelo, donde nació, y de Graceland, donde murió. Es Elvis, una leyenda inmortal.

Sentimientos y Otros Desastres

Despertar, volver a respirar y sentir cómo te sigues hundiendo en ese pozo tan desagradable de la monotonía...

A veces necesitamos cambiar de hábitos; hábitos que nos conduzcan a lugares jamás imaginados, a gente que nunca antes habíamos conocido, y reencontrarnos así un poco más con nosotros mismos. Aprender de insignificantes detalles y expresar todo cuanto sentimos, olemos o tocamos.

Es éste mi objetivo, experimentar y, mezclando un sinfín de acuarelas, viajar por todo un camino de sentimientos y otros desastres.